(El
espejo ha empezado a morir
y con él
el nahual prófugo de la ilusión.)
¡Ah cuánta pesadumbre entre los escombros de
las polillas!
Ante ti, los espasmos a quemarropa del ido
invierno.
─La acechanza es la ramera más codiciada del mercado.
No sabemos en cuántas partes del mundo aúlla
herida la vigilia.
De aquel tropel de caballos blancos, solo
queda la sombra del aliento,
el hospital quemado de los andenes y la carta
perdida del horizonte.
El tiempo nos ha dejado inmersos en un ataúd
de oscuras sombras,
mientras el viento irrumpe por la garganta como un pájaro de suicidio.
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