He despertado entre una noche atiborrada de espesas tinieblas.
Descubierto, como un fragmento de inabarcable
silencio
y con una cresta edificada como tierno reloj
sobre mis ojeras.
─Bajo mi cama los gritos se vuelven una espada de roto rocío.
Afuera comienza a transitar la niebla con sus
alcobas de escarcha.
A lo lejos, incluso las estrellas sufren de
insomnio al observarme,
al observarme inasible, tan alejado de mi
cuerpo
que yace bajo la hojarasca hechizada del estío.
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