Imagen tomada de la red
El charco cierra los ojos al llegar la
noche.
La luna se mueve con su vestido hecho de
niebla y porcelana;
entre la ternura de una hoja borda lágrimas un
sapillo,
sonríe en contraposición con el rastro de un
pétalo sin alma.
─Nunca están demás las trombas en el pómulo
agazapado del frío.
Cada día es una noche que anda en silla de
ruedas, las sombras porfían,
el espejo con longevidad se abre paso a través
de un pozo lleno con risas ocultas.
Comienzo a creer en la muerte meditada de la
brújula, ya no hay espacio,
ni para seguirte besando, pues el polvo ha convertido a tus labios en una nueva tragedia.
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