Con una mano sostengo el carbón, el carbón inmenso del cercado,
siembro volcanes, cosecho pipiles, sostengo lo que es la voz
de los muertos.
Junto a mí, las caracolas hacen fila india para tomar un
poco de opio,
se esparce la vida como una pronta desesperación y se
contrae la proa del vacío.
Las ballenas vuelan con alas de crespón, los relojes son hoy
portadores de fuego fatuo.
Aunque no consiga convencer del naufragio a las alondras, a
los peces, a los calamares,
sé que tú crees todavía; sobre las ruinas, la noche amamanta de luz al candelabro.
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