La misma locura he vivido en tu pubis
así como en las aristas de los cipreses;
tanta es la culpa que me agrede
y que me sume en el elixir prohibido,
que hasta el Sol ya dio su grito al arcoíris
yo le acompaño en sus voces entrecortadas
y le salvo de las falacias del semáforo.
Llega el día en que los pájaros hablan
y con sus plumas abaten a las paredes;
me he visto colgando de un árbol
y he salido ileso de sus péndulos.
Hoy camino entre laberintos acuáticos
mientras las sirenas en sus vaivenes eróticos
me prohíben acercarme a sus escamas;
desde luego, según mis aleaciones circulares
y los ataúdes perpendiculares de mis ojeras,
manejo el sigilo de sus transitares
con la hermenéutica de los espectros.
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