En la metamorfosis del vidrio volcánico
el añico acorazado de cada una de mis cárceles.
No sé, si dentro del vaivén de las alas
hay un elixir que sostiene mis notas.
Es inexplicable el sabor de los barrotes
salvo cuando las consonantes custodian,
ahí es donde las vocales hacen su entrada
en el pálpito constante de las paredes del sigilo.
A veces he sacudido mis alas
queriendo levantar vuelo
y las tenazas han cortado mis plumas.
Tanta es la elegía que agoniza en mis ojos
que hasta las tarántulas
usan como tobogán a mis lágrimas.
He visto como el maremoto se estrella
y mi espalda lo recibe en sus lumbagos.
Hoy llevo puchitos de bóveda en mis vértebras
y mañana, recibiré a la muerte en mi traspatio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario