(Morir, es caminar
entre pasto marchito;
aquí, el relámpago nórdico,
indiferente, evade mis huellas.)
Uno aprende a recoger lágrimas en vastas ánforas.
Tengo guardados muchos crepúsculos entre mis vértebras.
Líbrame del colmillo del lobo, de los desgarradores ojos del
cuervo,
mientras duermo el sueño insondable
y purifico cada una de vuestras heridas.
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