Sin saberlo. Hay aullidos acumulados en el pasto del olvido.
¿Qué hay después de encontrar gallinas ciegas o alientos
resquebrajados?
En el espejo, el musgo hace sus nidos poco comunes y
agónicos;
ya no nos extraña el acto de hipocresía del espantapájaros o
del mimo.
─De nuevo en la gruta, solo, a la espera de la misericordia
del frío
o de la niebla antigua del vértigo; usted, lleva en sus
hombros un río,
un río de caminos y trenes, ¡llevadme ante vuestro oráculo!
(Sabemos de la
inexistencia del reloj y de sus pequeños esbirros.)
Además del crepúsculo, viaja la ceniza a toda velocidad
entre la sangre;
eres inverosímil cuando te duchas con paciencia frente a los
espectros,
cuántas veces no has probado a qué sabe cada gota vacía de
sus ojos.
Incluso mientes para evitar cualquier sospecha de laberinto,
mas ambos sabemos que no hay puente ecuestre sin herrumbre.
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