Cada calle, un nido de serpientes con dientes de lápida.
A lo lejos el sol entierra sus uñas en el pómulo de la
indiferencia.
Es mejor vernos dentro del espejo, afuera todo es brujería
cuando se trata de la lengua rota del miedo.
Aquí flota la vida como cualquier hoja lanzada con odio
sobre el lamento.
A ver si mañana atamos el velero al puerto de la lágrima. Duele el color del naufragio
y el estiércol sigue fabricándose como artefacto en serie,
como semáforo en celo.
Busco refugio entre la galaxia de tus piernas. La flauta se ha roto en llanto.
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