He
vuelto a coronar montañas. Mi corazón es un laberinto en las afueras del
olvido. Camino y
los perros ladran al vasto recuerdo de la ira. ¡Ah cómo quisiera ser un loto
abierto al relámpago¡
¿Vale la pena? En el monte oscuro, el silencio ayuda a escalar por los largos cabellos
de la deshora, languidezco, tal si fuera una gota de lluvia que no encuentra
río donde refugiarse.
Ríete y mírame reír, mientras las estrellas caen y las recojo como muestra
de la culpa
que compartimos. Déjame enjugar tu alma, enjugar tu alma, ponerla en un pañuelo y
luego secar las paredes agrietadas de mi aliento próximo al desvarío. Déjame entrar
al portal, encumbrar
vuestro rostro como símbolo de locura, amor y delirio. Muchas mariposas han tratado
de entrar por la puerta trasera; mas lo único que han logrado, es ver morir
poco a poco el vergel que una vez cultivaste con tanto empeño.
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