¿Qué mar es el que se encarna como tinta en el puerto del
cisne?
¿Cómo dibujarse a sí mismo si el viento borra nuestro rostro
de las páginas?
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que hablamos?
¿Qué océano es el que espera el regreso de las caracolas metido
en una botella?
Más allá de la hipocresía del polvo sumergido en las
cloacas,
existimos tal cual despojos, solitarios, en busca de un
tranvía hacia lo inverosímil.
El loto se abre, muchos lo toman, otros temen al demonio
interno que los roe;
en nuestro caso es distinto, desterramos a diario los
nuestros a punta de sótanos.
Y así, de un harapo a otro, la línea divide la sangre y el
vértigo.
Sabemos cómo firma el dolor en el hueco de la mano, sabemos cuánto relampaguea la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario