Orificios

I

La anona y su ego.

Los días nos observan a lo lejos

y dejan caer su paraíso en un ramo de espinas.

Hubieron muchos crepúsculos

y ninguno de ellos escribió su propósito.

II

Flores bailarinas, abejorros en llamas.

Todo parece culminar en el pronto precipicio.

Con orgullo se abre y se cierra la mariposa,

el cielo enojado deja caer sobre ella el vértigo.

III

Tuve en mis manos muchos estertores

y debo admitir que ninguno tenía anteojos.

Cada uno era siempre una ola de polvo

y gira, gira, girasoles con enormes cárcavas.

IV

En los ojos de mi abuelo siempre había cisnes

y uno que otro pavo real dibujado a propósito.

Este día las aves en fuga me mostraron un vacío arrebol,

las aves también enseñan lo que uno no aprende viviendo.

V

Tengo recuerdos de mi infancia:

recuerdos, letrinas y edenes al aire libre.

¡Aún remolinea aquel tiempo irreprochable!

Incluso guardo en un frasco las viejas sonrisas.

VI

Juntos crecimos junto al pasto,

junto a las moscas, los mosquitos,

las lunas manifestadas en verde;

ahora ya maduramos

y pocos de nosotros poseemos un rostro,

el viaje apenas comienza.