Dentro de un caparazón
encontré un cielo carmesí,
sus nubes eran purpúreas
y el viento palpitaba frente a mí.
No había nada de qué asombrarse,
nada de qué quejarme;
parece que fue ayer, me dije,
cuando encontré colores tan tristes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario