Y el viento oscuro marca glóbulos con epitafios quijotescos.
Para la sangre no es imposible fabricar neblina; el alambique
está listo,
la oquedad estruja los músculos marchitos de la piedra;
nosotros, por alguna razón, masticamos a diario la
estridencia fantasmal.
─Siempre el frío es la guacalchía más cotizada del mercado.
¿Hasta qué punto llegamos cuando pulula el llanto como
musgo?
La oquedad desborda el cuaderno; por cierto, tu voz, escarcha en mi memoria.
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