No soy digno aquí en cuclillas de tocarte,
pero si de abrazarte con mis labios besarte,
deja penetrar en tu carne y poder robarte,
para encontrar la luz con mis ojos amarrarte.
En el balcón está observando la Luna menguante,
deja que mis ojos cristalinos empiecen a sollozarte,
deja que mis sábanas blancas empiecen a encontrarte,
deja que el piso se mueva al ritmo del cuerpo danzante.
Mis latidos se aceleran al ritmo de tu cuerpo,
también tu pecho empieza, empieza a acelerarse,
nuestros líquidos se unen para encontrar el camino.
El amanecer llega con la primera luz del solitario,
amanecimos en sábanas con miedo a ufanarse,
ahorrando energías para la noche del cierzo.
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