He dejado el deseo para los escorpiones.
Me he aventurado en las alfombras del verano:
quizá retorné al crepúsculo de mis desatinos
o quizá estoy a punto de entregarme a tus veredas.
(Las fuerzas nos unen y el vaivén nos empuja.)
Ha llegado la hora de dibujar sobre tu bosque,
bosque donde los pelicanos dejan lo que pueden
y terminan siendo un reloj sin batería
en los suburbios de tu anhelado monte de Venus.
─Desde allí, la ferocidad de las olas contra el faro.
Vos y yo, hemos naufragado en la isla de la muerte,
por fortuna, solo ha sido el primer día de la semana.
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