Diosa de los pistilos, diosa de mis amores;
musa de colores, labios sin errores.
Fantásticas alas, desnudas piernas;
eternos senos, manos eternas.
Diosa del lago, diosa de mil colores;
musa del desasosiego, cadera de flores.
Iris de escarcha, regazo de ninfas;
ocaso de poros, orgasmo de enredaderas.
Llovizna en las sábanas, jadeante;
húmedos vértigos, centelleantes...
que hicieron caer a Miguel de Cervantes.
Ecos derretidos en el cielo palpitante,
que obligan a los problemas errantes,
a fenecer en los vendavales cambiantes.
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