A menudo me desangro junto a los zapatos rotos,
tirando monedas en el vaso de durapax,
sacando del bolsillo el diezmo que ayuda en las calles;
de estorbo sirven las chaquetas y todo el oro;
en nuestro País, todo humilde pide en las calles,
pero no roba el dinero maldito.
En cada momento se iza un harapo de paz,
a cada momento se canta el Himno Nacional,
a cada momento se reza la Oración a la Bandera,
pero estas mareas no llevan nada en sus sábanas;
somos nada más una ilusión de nuestra lengua,
pero usted y yo somos la marea matutina que no olvida.
Aquí el espectro vive bajo el techo de la herrumbre,
mientras aquel goza en el motel de la esquina;
esto es una historia que no tiene un final feliz,
lo malgastado se va por las entrañas de la vagina;
infiernos tras infiernos en la pupila del cieno.
Llovía cuando el cuerpo tiritaba y los versos
surgían de los escombros de la escarcha;
obviamente el que sufre, no sufre, sino que sólo
atisba a sus semejantes y se ríe de la poca solidaridad.
Este orbe está lleno de bastantes negocios,
pero ninguno trata de eliminar la pobreza,
sólo buscan sacar provecho y enriquecerse porcinamente
hasta explotar como una bomba atómica mezquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario