Ay no quieres,
te asusta
la pobreza,...
Pablo Neruda.
¿Te duele ver pisar la hojarasca con los pies desnudos?, ¿te duele ver pidiendo en la calle a chicos con harapos tristes?, ¡pero qué sonrisas llenas de vida!; ¿te ha dolido ver vestidos llenos de agujeros?, tratando de dormir en las calles de la gran ciudad, esperando contar ovejas y no gotas de frío; ¿has sentido el impacto en tu pecho cuando un niño es atropellado por las máquinas del diablo?, ¿has puesto una moneda en el vaso mugriento de aquel mendigo que se merece la silla del presidente?; claro que éste se merece la presidencia, porque lleva con él una honestidad inmortal y todas las herrumbres de la pobreza extrema. Sabía que estarías conmigo ahora ─Amor─: tratando de extirpar el cáncer que yace en la riqueza, sacudiendo el polvo de las bocas publicitarias, eliminando los codos que fingen ser cristianos, cortando el hilo de los sacerdotes que les prometen la vida eterna a los que están explotando. Las horas pasan y mientras escribo: aparecen más, más y más pobres; sin embargo, sé que vosotros leeréis mis letras y trataran de eliminar el fuego de las brasas; comenzando por su barrio, luego por los cantones, ciudades y países. A mí no me asusta la pobreza, lo que me asusta es: ver el derroche de dinero que se gasta en comerciales absurdos, llenos de erotismo y poniendo la honra de la mujer por el mismísimo pantano; tirando habladas de política, teniendo guerras innecesarias. Usted y yo, tendremos que apagar el televisor y aprovechar el tiempo buscando tesoros enterrados en palacios de cartón, para ponerlos en alguna faena y exterminar la pobreza poco a poco.
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