Teñidos los valles con tanta sangre derramada,
oscuras alas guardadas en la tumba del averno,
azacuanes vomitando en el vértigo del navío,
sogas apretando fuerte los cuellos del cántaro.
Cinturones de fuego alrededor de la lengua,
almas sin tregua pespuntando maicillo,
lenguas a oscuras en el silencio de la mesa,
pieles con lupus en la ventana de la espera.
Harapos desnudos bajo el puente del olvido,
hojarascas casi en llamas doblando la esquina,
clavos en el neumático del vate de hielo,
abejas clavando su aguijón en el obrero.
Los segundos son balas al corazón,
los peldaños, acantilados de lodo;
extrañas herrumbres que vienen de las cloacas,
causando vómitos a los entes sin sábanas.
Usted y yo, respirando azufre cada segundo que pasa;
pero nos unimos en la cuerda floja y caminamos por ella;
somos una flota de piratas blancos esquivando cañones,
esperando el momento para hundir la Atlántida nuevamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario