Para: María Antonia Moyano Oliveros
Sigue amor, sigue, estruja mi cuerpo
con tu cuerpo y deja que mi cauce
fluya dentro de tus entrañas;
sin embargo, no olvides que soy frágil,
pero clava tus uñas y besa mi boca ágil.
Somos un lago de pasiones,
tenemos unánimes corazones;
desnudos somos dos conejos,
nos olvidamos de los consejos;
pero ambos sabemos que nos amamos,
así que dibuja caricias en mi pecho;
aunque la Luna sea testigo en nuestro techo.
A veces me imagino una vida sin ti,
ya no estaría vivo, sino que sería una oquedad,
acompañado de cuervos y soledad.
Apaga la luz ahora amor y busca el tesoro,
que mientras más tardes en buscarlo, más te adoro,
enfría el calor ardiente de mis venas,
descuartiza lo tímido y seca mis penas.
Tú y Yo, un cauce vivo,
que prevalece en la primavera del olivo
y en todas las estaciones de los años venideros.
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