Artista / Pintor: László Gulyás (Budapest, Hungary)
Nada me impide deambular entre tantas flores,
nada, salvo la zarza que trastorna la mirada;
nada irrumpe en el pensamiento que poseo,
ni siquiera el esquema hermético de las tarántulas;
nada, absolutamente nada se lleva mi follaje.
Finjo vivir en su traspatio, en sus olivos, en su piel,
en su páramo donde germina el fruto no prohibido
y finjo que no voy a convertirme en su abono algún día.
Entre tanto digo:
Cada quien nace con espinas y se las quita como puede.
Pero la espina que llevo clavada al ras del pecho:
esa, sí, esa espina que suelta su polen y agita el pulso,
esa que sufre junto al pubis de su amado,
esa, sí, esa que poco a poco decae, mientras la levanto,
esa que ahora brota como alelí de la guerra y lucha.
En medio de los pezones que separan años de cansancio,
yo y mi abismo, razón por la cual me agito
y sobrevivo al cataclismo del cactus estridente.
He bebido de la copa del vicio, mientras cuento sus vellos,
¡ah, vellos sin escapulario, vellos sin manzanas ni serpientes,
vellos que atormentan mis números, vellos y soberbios labios!
Ahí en esa pintura: las cascadas de nuestros raudales,
sí, esos que nos muestran los cimientos de la naturaleza,
esa naturaleza tribal que nos transforma en lobos
cuando no hay Luna llena.
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