Se llamaba Rocío,
la niña que vi afuera,
la niña que vi afuera.
Su voz se entrecortaba,
su voz se entrecortaba,
como la voz de una cigarra.
Qué dirás mi niña
cuando hablan tus lágrimas;
qué dirán mi niña
cuando llega alborada.
Parece que no sientes frío,
parece que no siente frío;
dime niña:
¿Quién renunció a tu brillo?
Se llamaba Rocío,
la niña que vi afuera;
tenía el cabello muy largo,
pero su voz se fue en un barco.
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