El sueño - Salvador Dalí
En los cúmulos que sudan sangre: la lágrima posesa del viento.
Atónitas las veredas ebrias de tanta pócima vertida en los himnos del absurdo.
¿Dónde han caído las piedras amalgamadas del tiempo?
¿En qué cocina podemos cocinar sin sentir el aliento a muerto de los cipreses?
─Ardua labor la de los pañuelos, así como el sudor del bisturí.
Siempre es menester el terremoto en las cloacas, la exigencia de las bandurrias.
¿En qué sitio aún forja saliva y muerte el astuto de Hefesto?
De nuevo las nubes besan el asfalto, pero no las nubes del cielo,
sino las tatuadas ventanas de un alma ahuecada a quemarropa.
La vi caminar sin pies, deslizándose como reguero de agonía hacia el ocaso.
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