Era una niña
que viajaba a menudo
con su cesta de musgo
y su carita de vidrio.
Por el camino
encuentra muchos amigos:
los halla bajo las piedras,
así como entre la clara niebla.
Reparte y reparte
aunque la lluvia la espante.
De pronto, se acerca un sapo
y le pide que lo lleve a todas partes.
La niña mostró miedo al principio,
al verlo tan serio e insípido;
luego recordó que su abuelito
pidió vida para ella al Dios único.
Era tan seria y dura en aquel tiempo:
sus pies estaban hechos con lienzo,
su cabello era tan áspero como polilla
y su corazón solo hablaba con baterías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario