Dalí y los gatos mojados por Víctor Mandujano / Foto: Philippe Halsman
Si a la Luna se le ocurriese ocultar sus rayos de luz en un basurero, mientras un gato ronronea en la búsqueda de una bola de sombras para jugar tal si fuera un gnomo en medio de un bosque elfo cerúleo; seguramente ese gato se llevará la sorpresa de que sus ojos se pierden en el impalpable cielo que la Luna ha ocultado en ese basurero, y se dejará caer en tan despiadado e inhóspito lugar lleno de fosforescencias que queman hasta el bigote más abrupto; se dejará caer tanto, pero tanto, que no podrá caer parado y entonces ni la polea que lo ata al techo del submundo, podrá sacarlo de ese paraíso casi imposible de describir con un solo brochazo.
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