Aquí, ya estaban asentados el ocelote y el
maíz.
Ya existían muchas estrellas en los sembradíos
del independiente.
Había tesoros en cada parte no tocada por el
falso hombre.
El invierno agarraba su color azul del añil y
de los ríos extensos como los mares.
No había albañales, ni vampiros reunidos en
plenarias y plusvalías.
De pronto, del océano brotó el color que nadie
conocía,
el color de una guerra en silencio, una guerra
contra la armonía de los pájaros,
una guerra que escupía odio y escurría
egoísmo, una guerra amarilla,
una guerra que disparaba avaricia, una guerra
contra la sangre, sangre.
Una guerra contra nuestra tierra, nuestra
América tan tierna y fluorescente.
Aquí se mantenía el equilibrio, lo sabían los
elefantes, las panteras y los leones.
Aquí también corría la sangre, pero también se
nutrían con lo que daban los árboles.
Sin embargo, la sangre fue derramada y los
ojos del hombre rodaron sin rumbo,
y los que se creían dueños del mundo
carcajeaban frente a sus espejos miserables.
Entonces, los dueños del cacao se levantaron
de sus sillas y agarraron sus armas,
enfrentaron la guerra aunque la desigualdad
era del tamaño de su propia tierra.
─No nos descubrieron, nos quitaron lo más
preciado que poseíamos:
la libertad de ser nosotros mismos, la
libertad de correr como jaguares,
la libertad de movernos de un lugar a otro sin
pedir permiso a nadie.
Ahora nuestra paz se ha tornado del color de
la sangre, sangre de cinco cielos,
roja desde el primer día en que las botas
pisaron estos lares
y nos cambiaron el crepúsculo por días sin Sol
y sin Luna.
Esta tierra ya no palpita como antes, un tumor
negro la carcome desde adentro,
un tumor que se hizo grande por la mordida de
vampiros y cuervos borrachos;
ahora amanece y el Sol muestra una luz sin luz,
como aquel girasol marchito,
una luz que fue robada por chequeras hechas
con la piel de nuestros amigos.
Por eso las piedras siguen gritando como
trombón en cada esquina
y no se detendrán hasta recuperar aquellas noches de búhos y lechuzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario