Fingir. Fingir que los susurros son nada más reflejos de la
Nada.
Odio desdecir las fotografías del horizonte ante un
calendario de púas.
¿En qué momento entré a tu alcoba y me llevé un tercio de
tus deseos?
Simplemente desemboco, lo saben los guijarros y sus vestidos
de porcelana,
lo saben las veletas cuando nuestro aliento toca lentamente
cada uno de sus poros.
Siempre finjo ser un poeta de alcantarillas ─no digo que no
lo sea─,
pues entre la niebla mi saliva es parte del vaho y de las grullas
que besan la noche.
Poco a poco, desarmo las lágrimas de la bóveda, desciendo
como águila a su presa;
y en el follaje ya nada es lo mismo, ni las hojas, ni la
orquídea,
ni la cascada de estrellas por donde subía hasta tus pezones.
¡Me voy! La vida se me apaga, el navío ha comenzado a llamarme de manera muerta.
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