Aunque esfinges, páramos, cruces bicéfalas,
muestren notas indelebles entre la niebla:
usted sigue como ave posada en las ramas de la muerte,
no es ningún cuervo o buitre a la espera de que alguna
cabeza ruede.
Es sencillo regurgitar cierto número de navíos al leer los
pergaminos de la intemperie:
vértigo de relojes, crepúsculos horadan piedras y descubren
risas perdidas,
fértiles montañas abonadas con ciertos cúmulos gélidos y
desconcertantes.
¿Hacia dónde caminas? Sigues los pasos de la nada, del
vacío,
crispas la voz tenue de lo indecible, observas el culto
fatídico del oscuro,
aunque tus llagas sean campos donde ondulen dorados gusanos.
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