Viejo arcano del bosque.
Invoco tu espíritu violento, tus tiempos de remembranza.
Hechiza el blues de mis días, logra llegar al confín de mis tormentos.
(¿Le hablas al viento o al diapasón de mi médula en decadencia?)
Le hablo al eco de tus melodías, le hablo al aire ulular de tu frío,
le hablo ─por si acaso─ para formar un momento de karma
y lograr descansar encima de tu cadera como un trébol más;
mas no serviré de forraje, sino de pañuelo para tu llanto.
Quiero servirte, más bien como escarabajo, razón de principios.
Hada juglar, haz de la polución un ánfora y encierra la herida,
hipnotiza al ciego, sacude con tu ira al cerdo, mientras reclamas lo tuyo.
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