De algún modo: nos hemos convertido en tropiezo para la zarza,
navegamos en las aguas de turbulencia del tatuaje, soltamos nuestros perros,
rasgamos ahí, donde se ocultan los espasmos y los gritos del espectro;
(frente a nosotros, la guerra entre letras, números, grafitis, hojas y placas.)
Es oscuro el camino por donde los búhos arrastran el yugo de sus digresiones,
es oscuro, es invisible la espada, es invisible el ladrido del demonio tras el pálpito;
he llegado al punto de que la gente no me quiere vender ni una taza de café,
he hecho el intento y quizá el desvarío tiene la culpa: sin embargo, no guardo rencor.
Extiendo la página que aguanta con todo lo que le ponga, escribo en ella de todo,
no vomita ni reclama, porque sabe que no le temo a las polillas ni a las cucarachas.
Después de todo, ahora soy como el viento y nunca fui bueno para el estudio.
Vos y yo, luchamos para que la educación se libere del agujero
y al Sol no le cueste derretir los jeroglíficos que con rencor incitan al desorden.
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