(Estoy aquí, como un ave sin patria, sin palabras.)
Yo, estoy y no estoy, parece que el espejo ha absorbido todos mis laberintos.
Estoy con una barba hecha de cenizas, un cigarro envuelto en ectoplasma;
y en mis ventanas: el viento azota, el silencio golpea, el insomnio flagela mis páginas.
Espero dibujarle raíces a la aurora, raíces sin el fétido sabor del hijillo;
pero todos los días, el sin embargo, esa bestia de mil tragedias, esa guarida de alimañas,
ese cubil donde duerme la ira y le hace masoquismo a la grisácea muerte.
─¿Estamos o no estamos en esta tierra de víboras? Vivimos y morimos,
nacemos y sufrimos, sollozamos y sollozamos, reímos con güishtes en el pálpito.
¿A cuántos hemos dejado a la intemperie, a cuántos? ¿Acaso somos animales?
Sospecho a cada momento, que no estoy solo, ustedes los que leen me comprenden:
soy la voz de las sombras, la voz del espejismo, la voz de la ruptura... ¡Tu voz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario