(Así como suena el proyectil, así de rápido termina el soplo de vida;
en un instante, la euforia: fuerza con la que actúa la muerte cobarde.)
Temblor y pánico llegan como trauma alrededor del semáforo en rojo,
aquí, el resuello se tornó más pesado que la gravedad de Mercurio;
hay un hombre sin respiro, ¡dime qué esfinge lo puede revivir!
Pretendo fingir que no me importa nada de lo que siento,
pero el escalofrío se apodera de mí a cada microsegundo;
pretendo cerrar mis ojos y dormir en el regazo de Morfeo,
pretendo soñar que la cobardía no existe, sin embargo me muerdo la garganta.
Díganme, cómo los niños pueden sobrevivir al vértigo esparcido en las calles;
al final, mi conciencia se devana y me obliga a dispararte bendiciones en vez de plomo.
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