Muchas lágrimas resbalan a cada momento en esta tierra.
Se quebranta en súplica la calle donde reescribo el insomnio;
vos y yo, pensando en que mañana saldrá el Sol con otro tártaro épico.
(Las palabras se las lleva el cierzo, pero los hechos
quedan como una cicatriz en la memoria.)
Ahora, me ha dado por transitar en la espalda de los caídos
y confieso que he hecho de las polillas muchas piscuchas,
mientras tú me rozas aunque el cataclismo nos asedie.
Tal vez encuentre paz en los caracoles ─estás loco me dirás─;
sin embargo, tengo la certeza de que mi navío lo tengo ahí:
en esa bóveda ligosa de tus litorales, en ese calor pausado,
en esos meandros donde los besos... saben a luz y arrecifes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario