¿A qué velocidad viajan las sombras?
Esto ya se ha vuelto un acueducto,
un desagüe donde la plusvalía viaja hipócritamente;
¿en qué ataúd cabe la autonomía, las aves rapaces de la deshora?
(Aquí, la letanía del topo debajo de los calendarios roídos.)
Siempre soñé con un tranvía en el arcoíris, un tren con vagones de libertad,
pero la muerte se me adelanta y descascara los rieles de mis ilusiones.
¿Cuántos narcisos hay que enterrar para captar la atención de las cloacas?
Ya me veo debajo de tus pies, lamiendo las heridas del tiempo
y escupiendo al francotirador que vive dentro de la canasta básica.
¿Cuántos laberintos más nos quedan por atravesar? ¿Cuántas canículas?
A simple vista, la sangre y el bálsamo desparramados, comida para forenses;
ya nada impresiona, la muerte ha vuelto a ser popular y todos tenemos la culpa.
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