(Juguemos a invocar lluvia, a ser nube.)
Dancemos al igual como lo hacían nuestros ancestros.
Hagamos brotar agua del polvo
y regalémosla al sediento.
Hay que desafiar a los relámpagos
y hacer que sus rayos se apacigüen.
Enviemos mensajes, mensajes de albor,
salgamos a la calle y pintémosla de rocío.
Hasta entonces se acabará la sed
y los cantos ya no serán áridos como la miseria.
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