De paso entre las nubes - Corina Simplu
La lluvia y el viento,
enemigos antiguos.
Me inundo en lágrimas
y los árboles reciben el hálito de furia.
(Las petunias se ven envueltas en un gran problema.)
El pasto aúlla, se ahoga, luego la escorrentía voltea el reloj
y vuelve el aposento de paja a quedar vacío.
¿En qué vientre de la Tierra el vendaval es medicina?
Este frío quiere verme morir, al igual que la helada,
al igual que los abetos convertidos en ataúdes.
¡Cuánta sinfonía! ¡Cuánto violín con el corazón dividido!
¡Cuántos los páramos que palpitan en el ojo de la tormenta!
En los vestigios, las jeringas también hacen su templo,
los harapos se tornan inasibles, las piedras resucitan.
Ahora la niebla construye su propia necrópolis,
los despojos son los ladrillos que me marcan hoy
y en silencio, la penumbra ávida de oscuridad,
me ve llegar al umbral y me aprisiona en un beso.
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