(¡Perturbación!) A
la orilla se duplican los pólipos del hartazgo.
Nos saben a crepúsculo las algas. El feto de la noche se
mueve oscuro.
Tan lentas y paulatinamente las hojas se despojan de la
sangre,
junto a ellas, una polilla con las alas rotas y los sesos
desechos.
─¿Tienen sesos las polillas? El sexo dibuja cerezos en la
ceniza,
el fuego hunde su espada entre las lágrimas desafinadas del
arpa.
¿Qué nos espera cuando pernoctamos junto al insomnio de la
tarde?
Como si nada, sobre el lodazal, las sanguijuelas y sus
pajillas,
escarabajos ocultan el Sol en su barranca próxima al prostíbulo.
Hay llagas en los poros relampagueantes de las nubes, hipocampos,
como peñascos nos caen sobre la espalda; la lluvia, es otra herida profunda.
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