Nada nos humedece el tiempo como el aliento de una flor
marchita.
En los alrededores, las estrellas duermen con un petate sobre
sus sueños;
titilan campos con el pasar del viento. ¿Qué comerás? ¿Qué
comerás mientras duermes?
Es tan duro recordar el rostro del frío, más que todo en la
oscuridad,
más que todo cuando todos están y no están, más que todo
cuando copulan los féretros;
más que todo, cuando veo a mi rostro hipócrita en un espejo
y el espejo me repudia.
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