(De cueva en cueva, el
aliento como momia de alcantarilla.)
Vos, encamináis por la garganta el cuchillo del tiempo,
tenemos días de gastritis y ebrias diarreas en los
alambiques.
─A menudo, se convierten los minutos en viejos clavos
oxidados,
navega la tortura en el oscuro océano del vértigo,
estamos encadenados a la garra desgarradora del polvo;
por cierto, hay libélulas posadas en la columna vertebral
del crepúsculo.
(¿Qué mordidas nos
asedian al poner de manifiesto nuestra saliva?)
Mi abuelo está enfermo, las olas tienen artritis y la arena
está a punto de morir de diabetes.
Es difícil entender todo este plenilunio, todo este arpegio
de agonía.
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