No estoy loco.
Mi realidad es
diferente a la tuya.
Alicia en el País de las Maravillas
La ruleta da vuelta con cada lágrima que se desliza por los
cuchillos.
Ya ni yo me conozco, no sé quién soy, ni donde habré de
terminar con esta locura.
Arrastro espejos a través del fango (no cadenas) y el mundo
por eso se ve a través de mis pasos.
¡Cuánta niebla acumulada en los costados de la brisa!
¡Cuántos plenilunios sin Luna! ¡Cuántos coliseos empachados
de gangrenas!
¡Ay de mí! ¡Ay de ustedes que cargan una bandera tan corrompida
como su rostro!
Ya no me sorprende cuando un pájaro se rebana el pescuezo o
cuando un alelí se entrega por completo al meretricio.
¿En qué mundo vives, mientras algunos están por dormir para
siempre
o cuando la noche gime agazapada frente a un trozo de
cadáver del extravío?
La lejanía está tan próxima a tu reflejo, lo sabe la sombra
que te sigue como perro.
Al final, sé que aún me seguirás llamando loco, pero ya habré guardado tus palabras en mi valija.
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