Cada noche en el balcón del andamio:
la pasionaria se abre en penumbra,
su néctar fluye por sus mejillas de uranio
y su corazón se vislumbra.
Espera lo que se ha ido del abecedario
y crece su melancólica zozobra;
mientras aquel se despelleja en el Trifinio,
al otro lado de la sombra.
Las fronteras le pusieron la horca,
ahora vive en el polvo de estrellas,
cantando blues a la par de Lorca.
Ah que flor más inteligente y loca,
se enamoró de un vate en querellas,
y ahora duerme sola en la mazorca.
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