Al escribir, moría por dentro,
pero encuentras placentera la cama de la diferencia;
a borbotones, las lágrimas penetraban en cada letra del abecedario.
Por eso mi alma interior dijo:
─Escribe algo y firmarás tu sentencia de muerte;
pero con la sangre de la libertad.
Libertad y diferencia, pistola y bala en mano.
Mi cuerpo feneció en el averno de los reyes tiranos,
luego mis cenizas se esparcieron en la garganta,
de aquellos que un día, leyeron mis locuras.
Ahora, desde la otra dimensión del árbol,
mi espectro y yo, disfrutamos de una vida sin remordimientos;
ya que en nuestro tiempo, luchamos sin seguir a un general,
solamente con nuestro silencio, hicimos bastante ruido,
como para desenmascarar el egoísmo de la secuoya.
Incluso ya muerto, sigo escribiendo mi testamento.
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