¿Habrá necesidad de tener sienes con pétalos para el oficio? (No cabe duda.) Bajo el artefacto que dibuja el pantano de la diáspora, solo las orugas con su esófago lleno de astillas y la tinta que fragua el vértigo del problema. Quizá, solo nos vemos obligados a jugar a la alquimia bajo tus pechos y a morder el nirvana cuando se llena de herrumbre. Después de todo, el hálito nos da la belleza de una flor, aunque nuestro cuerpo ingiera de los escapes y los alambiques del diablo.
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