Comienzo a ver los diferentes caminos
que los gusanos han trazado en mis sienes;
de pronto, la cizaña se envuelve con plumas
y los gorriones pierden el habla de su lengua.
(Como cenizas los sueños en el petate.)
Es enredado el pozo donde uno se hunde.
Hay estacas que nos reciben
y vinos que nos fermentan el alma.
(Llueve frente a los muros del cansancio.)
Aquí, solo se ven puchitos de tierra llorando
y trenes que duermen al borde del vértigo.
(No son mis fauces las que mueren, son tus ojos.)
Después de todo, nos toca tocar el arpa
y ver como se rompen las cuerdas
al ras de nuestras lágrimas de podredumbre.
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