Entre dos divisiones:
el follaje se entreabre como capullo,
le vigila el trasiego del pajarillo
que como mariposa posa para el ombligo;
hay un secreto oculto en este templo,
uno tibio como el aliento, odre sin tapujos
ni lisonjas que valgan, solo el pálpito
y el hálito que funge de fogata.
Me adentro como elfo en tu espesura
para buscar el arco para mi saeta
y dar en el blanco de tu centro.
Hoy en la otra dimensión de la vigilia,
el juego nos asesinó por un momento...
Luego volvimos de entre la penumbra
para reclamar nuestras esencias
y embalsamar nuestros organismos
una vez más frente al sepulcro.
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