En medio de mis desvaríos:
la muerte tritura el invierno
y el engranaje del calendario
-poco a poco-
muele el bagazo de los días.
Al fin de cuentas, el péndulo roe la cuerda
y el abismo recibe los vértigos en taburete
con un golpe de pértiga en el pecho.
Después de todo, el alma se va sin sopores
y los despojos se vuelven ácidos
como los puntos suspensivos de una nota.
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