Y por las noches el invierno llega
y en mis saladas ventanas:
otra ventisca aporrea mis párpados,
otro raudal susurra ríos heridos,
manantial que se desborda
y ahoga forzadamente a los cuartones.
El insomnio ahora palpita desmesuradamente
y fuera de mis lágrimas:
la verdad envuelta en cárcavas,
el aliento que llora bajo la lluvia,
el perro que ladra en silencio
y yo sin poder salir de la ergástula
para remediar lo que acontece.
Por las noches todo esto sucede
y uno se baña con espinas y congojas;
después de todo mi amiga, no es posible dormir
con estos suplicios a la orilla del vértigo.
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