Los mutismos me privan del sosiego.
El aire denso irrumpe en mis sueños.
El preludio espectral de las polillas corroe mis palabras.
De neblina se llenan mis venas, tiritan, convulsionan
y se retuercen en vértigos, como lied al ras del alma.
(Hay dentro de mí, podredumbres en forma de arrabal.)
Chichicastes ácidos y torvos,
rasguños en la aldaba de tus andamios, cortinas negras
y colores azules coagulados en tu pecho sin paladar;
de seguro, todo esto ya te sabe a olas de cobras
y águilas con garras de estrellas, flagelo pertinaz.
Esta noche has muerto en un solo destello, con voz grave,
desnutrida, hambrienta, andrajosa y estallada;
mientras yo, te revivo para obligarme a observar tu tortura
y respirar del aire envarado de tu frío claustro de laureles...
Una vez más.
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