Navajas purpúreas, miserables, teñidas de esfinges
y yelmos espectrales, roen el sueño de nuestros párpados;
me llenan de dudas los sepulcros incontables,
los sepulcros nada más;
frente a mí:
impávidos cuervos se embriagan con el pubis
que la noche ha forjado frente a sus picos de mercurio,
ineludibles orgasmos tétricos de Helenas,
ecos de navíos, quimeras retorcidas por negros calores.
(Sentimos lo verosímil de tantas ergástulas,
mientras tragamos cerrojos con voces rotas.)
La X marca el sitio y yo espero no estar aquí
cuando la muerte reseca llegue con su estómago
desecho por el manto fétido del monstruo titánico.
los sepulcros nada más;
frente a mí:
impávidos cuervos se embriagan con el pubis
que la noche ha forjado frente a sus picos de mercurio,
ineludibles orgasmos tétricos de Helenas,
ecos de navíos, quimeras retorcidas por negros calores.
(Sentimos lo verosímil de tantas ergástulas,
mientras tragamos cerrojos con voces rotas.)
La X marca el sitio y yo espero no estar aquí
cuando la muerte reseca llegue con su estómago
desecho por el manto fétido del monstruo titánico.
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